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LEGADO EN LA OSCURIDAD

 



Parte 1

 

Pedro, a sus 20 años, había vivido una vida llena de secretos. Tras la pérdida de sus padres cuando era apenas un niño, fue criado por su abuela paterna en un pequeño barrio. Aunque la relación con su abuela era cercana y llena de cariño, Pedro siempre sintió que había algo en él que no encajaba. A lo largo de los años, esa sensación de estar atrapado en el cuerpo equivocado, de tener una presencia desconocida en su mente, se intensificaba. Para complicar más las cosas, un problema de salud lo había mantenido atrás en la escuela, y aunque ya debía haber terminado la preparatoria, todavía estaba luchando por concluirla.

 

Sin embargo, lo que más lo atormentaba no eran ni sus estudios retrasados ni su vida familiar, sino algo mucho más extraño: sus poderes. Cuando tenía apenas ocho años, en medio de un arrebato de enojo, había descubierto que podía volar. Recordaba claramente aquel día, cuando, lleno de furia tras una discusión con un compañero de clase, su cuerpo se elevó en el aire sin previo aviso. Había sido una experiencia aterradora, y aunque quiso contárselo a su abuela, el miedo a que no lo comprendiera lo detuvo.

 

Los años pasaron y, a los quince, una nueva habilidad surgió. Un día, mientras caminaba por el parque, notó que una pareja discutía acaloradamente. De repente, sin siquiera pensarlo, una de las personas comenzó a flotar. Pedro no entendía cómo había hecho eso, pero supo que aquello también formaba parte de sus misteriosos poderes. Ahora podía hacer levitar a las personas con solo desearlo.

 

A sus 20 años, sus habilidades seguían desarrollándose. Un día, mientras caminaba hacia la preparatoria, sintió una inquietud dentro de sí, algo que nunca había experimentado antes. Mientras trataba de entender esa sensación, escuchó un grito a lo lejos. Su corazón dio un vuelco, y decidió seguir el sonido. Lo llevó hasta una casa de aspecto común. Sin embargo, al acercarse, descubrió una nueva capacidad: podía ver a través de las paredes. Lo que vio lo estremeció. Dentro, una chica estaba atada y amordazada, secuestrada. Sin pensarlo dos veces, usó sus poderes para entrar y rescatarla, dejando a sus captores inconscientes.

 

Ese evento cambió algo en él. Se dio cuenta de que sus habilidades no eran solo una carga o un secreto que debía esconder. Podía usarlas para el bien, para salvar a otros. Decidió que era el momento de actuar y no quedarse más al margen. Temiendo por la seguridad de su abuela, Pedro elaboró un traje oscuro para ocultar su identidad y comenzó a patrullar las calles por las noches, combatiendo el crimen y rescatando personas en peligro. Su vida dio un giro completo: ayudó a familias a encontrar a sus seres queridos desaparecidos, liberó a víctimas de secuestros y, en muchos casos, devolvió los restos de aquellos que habían sido asesinados para que pudieran recibir sepultura digna.

 

Con el tiempo, Pedro descubrió algo aún más oscuro: muchos miembros del gobierno, incluidos algunos de los más poderosos del país, tenían nexos profundos con el crimen organizado. Entre ellos se encontraba el presidente recién salido, una figura que había ganado la confianza del pueblo, pero que en realidad estaba profundamente vinculado a los más grandes delincuentes. Pedro sabía que debía hacer algo al respecto, pero también entendía el peligro que eso representaba.

 

La oportunidad llegó en un evento político nacional, donde se reunieron las figuras más importantes del gobierno. Pedro decidió que aquel era el momento para actuar. En medio del acto, mientras los políticos pronunciaban discursos vacíos y llenos de falsedades, Pedro entró en las mentes de todos los asistentes. Su voz resonaba dentro de sus cabezas, llena de enojo y justicia. Los políticos, atónitos, intentaban distraer al público, pero era inútil: Pedro controlaba la mente de cada persona presente.

 

Simultáneamente, usó su poder para hacer flotar a los delincuentes más peligrosos del país, llevándolos al lugar del evento. Aparecieron flotando en el aire, ante los ojos de todos. Sin revelar su identidad, Pedro les dijo a través de la mente de los presentes que había llegado la hora de que pagaran por todo el mal que habían hecho. Al mismo tiempo, lanzó una advertencia: quienes estuvieran ocultando su verdadera naturaleza pronto serían desenmascarados.

 

Al instante, varias personas, incluidos numerosos políticos, comenzaron a flotar en el aire. Gritaban, tratando de aferrarse a sus acompañantes, proclamando su inocencia. Pero no había escapatoria. Pedro los mantuvo flotando por unos momentos, y luego, con un simple pensamiento, los hizo explotar. Los espectadores quedaron bañados en sangre y vísceras. La escena era grotesca, y el caos se desató mientras la multitud corría despavorida.

 

Pedro, sabiendo que no podía quedarse allí, escapó entre la multitud, fingiendo ser un ciudadano más. Corrió hasta su casa, se duchó para quitarse la sangre y se cambió de ropa. Al sentarse frente al televisor, vio que el evento ya era viral en las redes sociales. Las personas compartían sus testimonios, algunos llamaban a Pedro un salvador, mientras otros lo consideraban un asesino.

 

Esa noche, mientras volaba sobre la ciudad, camuflado en la oscuridad con su traje negro, Pedro reflexionó sobre lo que había hecho. Sabía que, en su búsqueda de justicia, también se había convertido en uno de ellos, en aquellos a quienes juró destruir. Pero no le importaba. Su objetivo era claro: salvar a las personas, vengar a quienes habían perdido a sus seres queridos, y hacer del mundo un lugar mejor, sin importar los medios.

 

Durante meses, el país vivió en paz. Los delitos se detuvieron, y la gente respiraba tranquila. Pero Pedro sabía que la calma no duraría para siempre. Y entonces, una nueva amenaza comenzó a gestarse en las sombras...

Continuara...


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